Para poder apreciar de manera clara, concisa y correcta los antecedentes de la victimología, es necesario remontarse a la época grecorromana donde víctima tuvo mayor consideración social, y que incluso alcanzo un rol protagónico en la investigación la criminal, pero con el correr de los años y el desarrollo del Estado y el Derecho penal, fue teniendo una participación de segundo orden centrándose en el proceso penal más en el autor del crimen o del delincuente.
A fines del siglo XIX surgió dentro del positivismo cierta preocupación por la reparación del daño sufrido por las víctimas; al respecto Rafael Garófalo publicó un pequeño trabajo denominado: Indemnización a las víctimas del delito (1887) planteando que las víctimas de los delitos debían, seguramente, tener derechos a mayores simpatías que la clase de los delincuentes.
En el siglo XX existen algunas aproximaciones respecto a la víctima del delito, en la década de los 30 y 40 podemos ver a Franz Exner con su obra Biología criminal (1939) quién consideró a este participante delictivo como un elemento fundamental de la criminogénesis, al decir que “en muchos delitos la víctima es una pieza especialmente importante de la situación del acto (…) hay algo así como una aptitud personal de llegar a ser víctima de una acción delictiva de tipo determinado”.
Fredric Wertham consideró necesario una ciencia de la victimología al señalar que la persona que sufria el acto criminal era un ser olvidado y que incluso para comprender la psicología del asesino era importante entender la sociología de la víctima.
Para la victimología, existieron dos precursores de gran importancia, llamados Benjamin Mendelson y Hans Von Henting. Estos personajes crearon las siguientes clasificaciones:
Benjamín Meldelsohn (1940).
Para Mendelshon, la base de su clasificación radicaba en la correlación de culpabilidad entre delincuentes y víctimas.
Primer grupo:
a) Víctima inocente.
En este caso la víctima no ha ejercido ninguna influencia en la conducta del acusado, a quien debe aplicarse el peso de la Ley.
Segundo grupo:
a) La víctima provocadora.
b) La víctima imprudente.
c) La víctima voluntaria.
d) La víctima por ignorancia.
En estos casos, la víctima colabora en mayor o menor grado y a veces intencionalmente, por lo que debe disminuirse la sanción al acusado.
Tercer grupo:
a) La víctima agresora.
b) La víctima simuladora.
c) La víctima imaginaria.
Aquí la víctima comete el hecho delictuoso, o éste no existe, por lo que el inculpado debe ser absuelto.
Esta clasificación ha sido de gran utilidad en el orden jurídico penal, ya que se integró la valoración de la víctima al análisis de la responsabilidad del acusado.
Hans Von Henting (1948).
Realiza una clasificación en la que se aparta de criterios legales, realizó sus primeras clasificaciones de las víctimas dividiéndolas en cinco categorías de clases generales y seis de tipos psicológicos, incluyendo en ellas sólo las victimas más frecuentes o victimizables.
Clases generales:
1. El joven. 2. La mujer. 3. El anciano. 4. Los débiles y enfermos mentales. 5. Los inmigrantes, minorías y los tontos.
Tipos psicológicos:
1. El deprimido, en el que el instinto de conservación se ve reducido. 2. El ambicioso, que por su avaricia se hace fácilmente victimizable. 3. El lascivo, propio de las mujeres víctimas de delitos sexuales que han provocado a sus victimarios. 4. El solitario y el acongojado, que bajan sus defensas en busca de compañía y consuelo. 5. El atormentador, que ha atormentado su víctima hasta provocar su propia victimización. 6. El bloqueado, el excluido y el agresivo, que por su imposibilidad de defensa, su marginación o su provocación, son fácilmente victimizables.
Surgimiento del significado de la victimología.
La Victimología se definió en el I Simposio Internacional celebrado en Jerusalén (1973) como "el estudio científico de las víctimas".
La justicia penal tiene como objetivo castigar los actos contrarios a derecho, con lo cual el Derecho Penal está orientado hacia el delincuente quedando la víctima en una situación marginal o simplemente limitada a la participación como testigo en el esclarecimiento de los hechos, dejando totalmente de lado la conformación de su propio proceso de victimización: entender qué ha pasado y por qué ha pasado, "el Síndrome del Porqué" basado en la necesidad que todo ser humano tiene de comprender los sucesos que le ocurren, más aún cuando se trata de vivencias desagradables que provocan un gran impacto en las personas.
Así, paradójicamente, la víctima de un delito es a veces quien menos atención recibe, siendo ésta generalmente de tipo médico, a veces de asistencia social pero quedando al descubierto las consecuencias psicológicas de la victimización.
A fines del siglo XIX surgió dentro del positivismo cierta preocupación por la reparación del daño sufrido por las víctimas; al respecto Rafael Garófalo publicó un pequeño trabajo denominado: Indemnización a las víctimas del delito (1887) planteando que las víctimas de los delitos debían, seguramente, tener derechos a mayores simpatías que la clase de los delincuentes.
En el siglo XX existen algunas aproximaciones respecto a la víctima del delito, en la década de los 30 y 40 podemos ver a Franz Exner con su obra Biología criminal (1939) quién consideró a este participante delictivo como un elemento fundamental de la criminogénesis, al decir que “en muchos delitos la víctima es una pieza especialmente importante de la situación del acto (…) hay algo así como una aptitud personal de llegar a ser víctima de una acción delictiva de tipo determinado”.
Fredric Wertham consideró necesario una ciencia de la victimología al señalar que la persona que sufria el acto criminal era un ser olvidado y que incluso para comprender la psicología del asesino era importante entender la sociología de la víctima.
Para la victimología, existieron dos precursores de gran importancia, llamados Benjamin Mendelson y Hans Von Henting. Estos personajes crearon las siguientes clasificaciones:
Benjamín Meldelsohn (1940).
Para Mendelshon, la base de su clasificación radicaba en la correlación de culpabilidad entre delincuentes y víctimas.
Primer grupo:
a) Víctima inocente.
En este caso la víctima no ha ejercido ninguna influencia en la conducta del acusado, a quien debe aplicarse el peso de la Ley.
Segundo grupo:
a) La víctima provocadora.
b) La víctima imprudente.
c) La víctima voluntaria.
d) La víctima por ignorancia.
En estos casos, la víctima colabora en mayor o menor grado y a veces intencionalmente, por lo que debe disminuirse la sanción al acusado.
Tercer grupo:
a) La víctima agresora.
b) La víctima simuladora.
c) La víctima imaginaria.
Aquí la víctima comete el hecho delictuoso, o éste no existe, por lo que el inculpado debe ser absuelto.
Esta clasificación ha sido de gran utilidad en el orden jurídico penal, ya que se integró la valoración de la víctima al análisis de la responsabilidad del acusado.
Hans Von Henting (1948).
Realiza una clasificación en la que se aparta de criterios legales, realizó sus primeras clasificaciones de las víctimas dividiéndolas en cinco categorías de clases generales y seis de tipos psicológicos, incluyendo en ellas sólo las victimas más frecuentes o victimizables.
Clases generales:
1. El joven. 2. La mujer. 3. El anciano. 4. Los débiles y enfermos mentales. 5. Los inmigrantes, minorías y los tontos.
Tipos psicológicos:
1. El deprimido, en el que el instinto de conservación se ve reducido. 2. El ambicioso, que por su avaricia se hace fácilmente victimizable. 3. El lascivo, propio de las mujeres víctimas de delitos sexuales que han provocado a sus victimarios. 4. El solitario y el acongojado, que bajan sus defensas en busca de compañía y consuelo. 5. El atormentador, que ha atormentado su víctima hasta provocar su propia victimización. 6. El bloqueado, el excluido y el agresivo, que por su imposibilidad de defensa, su marginación o su provocación, son fácilmente victimizables.
Surgimiento del significado de la victimología.
La Victimología se definió en el I Simposio Internacional celebrado en Jerusalén (1973) como "el estudio científico de las víctimas".
La justicia penal tiene como objetivo castigar los actos contrarios a derecho, con lo cual el Derecho Penal está orientado hacia el delincuente quedando la víctima en una situación marginal o simplemente limitada a la participación como testigo en el esclarecimiento de los hechos, dejando totalmente de lado la conformación de su propio proceso de victimización: entender qué ha pasado y por qué ha pasado, "el Síndrome del Porqué" basado en la necesidad que todo ser humano tiene de comprender los sucesos que le ocurren, más aún cuando se trata de vivencias desagradables que provocan un gran impacto en las personas.
Así, paradójicamente, la víctima de un delito es a veces quien menos atención recibe, siendo ésta generalmente de tipo médico, a veces de asistencia social pero quedando al descubierto las consecuencias psicológicas de la victimización.
